Recuerdo que en mi infancia en el colegio francés, todos los lunes cantábamos la Marsellesa :
Oís en los campos el bramido
de aquellos feroces soldados?
¡Vienen hasta vosotros a degollar
a vuestros hijos y a vuestras compañeras!
¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
¡Marchemos, marchemos!
¡Que una sangre impura
inunde nuestros surcos!
Seguimos inculcando los mismos temores a nuestros niños: El migrante, el pobre, el indio, el diferente, son una amenaza: te va a violar, te va a matar, te va a quitar tu tierra, tu trabajo.
El miedo es la herramienta de control más utilizada para dominar, controlar y adoctrinar a las masas desde siempre. Para que una persona o comunidad permita las peores atrocidades y aguante las peores humillaciones sólo es necesario inculcar miedo.
Amenazar a los niños con que algo malo les va a pasar y de este modo hacerlos obedecer es algo que aceptamos como una herramienta pedagógica y de crianza perfectamente válida.
Una educación basada en el amor nos hará libres. Es hora de reemplazar el miedo por el amor.