¿Que sepa bordar_

¿que sepa bordar?

Esta canción que se canta tan alegremente y sin pensarlo, vehicula, como una gran cantidad de canciones (no sólo infantiles), el rol que la sociedad patriarcal impone a la mujer. Hace unas pocas generaciones en nuestros países, las mujeres no podían decidir si querían o no casarse, ni con quién. Para ellas, la educación se limitaba a aprender tareas destinadas al servicio de los hombres y el hogar. Coser, cocinar, bordar. Mientras que los hombres podían salir a “conquistar” el mundo. El espacio de las mujeres se limitaba a las paredes de su casa.

Con el pasar de los años, estas condiciones han ido cambiando. Incluso, las mismas mujeres hemos aprendido a despreciar actividades que consideramos propias de abuelas ya que las asociamos a esa cárcel patriarcal en la que ellas vivieron. Soy de esas mujeres que aprendió a cocinar cuando se independizó, y que jamás tuvo una aguja ni un hilo en sus manos ni para pegar un botón. No se me inculcó que debía servir o atender a mi marido, aunque sí todavía ese mandato estaba presente en el ambiente social general.

Fue a mis cuarenta años cuando empecé a interesarme por ese universo femenino y a cuestionar si esas actividades “femeninas” que tanto despreciaba, no serían en realidad herramientas más cercanas al lenguaje artístico que estaba buscando. La repostería, el bordado, la cocina, el tejido, son actividades hermosamente sanadoras. Creo que en la vida tan dura que vivieron nuestras abuelas, estas actividades les ayudaron a sobrevivir, a resistir.

Y así es como para mí el bordado, pasa de ser el símbolo de la mujer sumisa a una herramienta de resistencia. 

El bordado exige una actitud meditativa, exige una cantidad de tiempo específico , un tiempo que para una sociedad obsesionada con la productividad es considerado una pérdida. Bordar es honrar a las mayoras, es gozar la textura de la tela, los colores de los hilos, es ir despacio y recordar.